Las sombras se alejaron esa noche
ardiendo en su soledad.
Las sombras que han de tomar mis manos,
con temor se alejaron esa noche.
Ni el dolor, ni el alcohol,
ni la oscuridad, ni lo gris.
Ni el hermoso abismo, ni la lluvia,
ni la melodía que los lobos entonan a la luna.
Ni mil tormentos ahogados y ni siquiera la misma muerte
hubiera deseado más que tenerla a mi lado esa noche.
Ni mil estrellas en mis manos, ni un arco iris gris,
ni un hermoso jardín de rosas negras,
ni un día oscuro.
Ni la ópera que la muerte entonará en mi nombre,
ni mi corazón de cristal, ni el cuervo de fuego negro
y ni siquiera mil melodías de felicidad.
Nada hubiera deseado más que tenerla a mi lado esa noche.
Las sombras ahora miran envidiosas, me observan con enojo
y cantan melodías tristes en mi ausencia,
las sombras que se esconden y hacen ecos en mi mente
cantan melodías fúnebres para su oscuridad y su soledad.
Ellas bien lo saben, ellas muy bien lo saben
e intranquilas observan, no se resignan,
pero muy bien lo saben.
Es que un hermoso ángel con ojos del color de la esmeralda
esa noche dormía a mi lado.
\CorVusS/
No hay comentarios:
Publicar un comentario